Ambición y desinformación sobre Libia
África del Norte, Oriente Medio, el Cáucaso y Asia Central son parte de un esquema de dominio elaborado en Washington.
Libia sigue en la mira. Las consideraciones humanitarias no deben ser utilizadas como camuflaje para disimular los propósitos intervencionistas con claro perfil hegemónico y de apropiación de recursos estratégicos. África del Norte, Oriente Medio, el Cáucaso y Asia Central son parte de un esquema de dominio elaborado en Washington, por y para Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
Están en juego más de 60% de las reservas mundiales de petróleo y gas natural, incluidas las rutas de los gasoductos; así como minerales y acuíferos, además de redes de comunicación. “Los países musulmanes como Arabia Saudita, Irak, Irán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Yemen, Libia, Egipto, Nigeria, Argelia, Kazajstán, Azerbaiján, Malasia, Indonesia y Brunei poseen entre 66.2% y 75.9% de las reservas totales de petróleo, según la fuente y la metodología de la estimación”, señala Michel Chossudovsky en La demonización de los musulmanes y la batalla por el petróleo (Global Research, 4 de enero de 2007).
Las reservas probadas de petróleo de Libia ascienden a 46.5 millones de barriles. Son las mayores de África, superiores a las de Nigeria y Argelia, conforme al Oil and Gas Journal. Estados Unidos tenía reservas de 20.6 millones de barriles a diciembre 2008, según datos de la Administración de Información de Energía.
La situación en Libia sigue siendo confusa, no así los propósitos de quienes promueven la imposición de una medida de exclusión en el espacio aéreo libio y la intervención militar de Estados Unidos y la OTAN en ese país, por razones humanitarias.
Yo viví el bombardeo humanitario de la OTAN sobre Yugoslavia en 1999. El saldo de muerte y destrucción, que incluyó columnas de refugiados, guarderías infantiles, escuelas, hospitales, residencias de adultos mayores, instalaciones de medios de comunicación y embajadas, fue de brutalidad y salvajismo. El humanitarismo sirvió apenas como perversa cobertura mediática.
Estados Unidos ha movilizado importantes efectivos militares frente a las costas de Libia. La OTAN se declara lista para cualquier eventualidad. Y los opositores al gobierno de Muammar Gadhafi, reciben ya armamento e insumos de las potencias occidentales, aunque carezcan de mandato alguno que legitime su injerencia.
Washington y Bruselas —sede de la OTAN— deberán movilizarse con mayor rapidez, puesto que las tropas leales a Gadhafi se encaminan hacia Bengasi, donde se estableció el presunto gobierno provisional. Paralelamente se mantiene la ofensiva mediática que calla los excesos, la represión, el terror, impuestos por la cúpula de Bengasi; e insiste en la versión del bombardeo gubernamental contra civiles, sin que hasta la fecha se hayan presentado evidencias fehacientes para comprobar esa acusación.
Todo lo que se ha visto en las pantallas occidentales ha sido una serie de tomas de multitudes aparentemente presas de pánico, que miran hacia arriba, desde donde supuestamente las atacan aviones y helicópteros, pero ni una sola imagen de los agresores. La ausencia de tales elementos mueve a sospechar que puede tratarse de un montaje, como el repetido hasta la náusea donde presuntas multitudes iraquíes aclamaban en Bagdad a los contingentes de Estados Unidos y la OTAN. Se demostró que se trataba de una sola toma, manipulada y magnificada, de unas decenas de mercenarios —porque fueron pagados para ello— en el centro de la capital de Irak.
En la extinta Yugoslavia, Washington y Bruselas armaron primero al Ejército Musulmán Bosnio (EMB) y después al Ejército de Liberación de Kosovo —que contaron además con el apoyo y la asesoría de Osama bin Laden—, bandas criminales con licencia para cometer toda clase de crímenes brutales, muchos de ellos achacados a los serbios por la ofensiva mediática que siempre acompaña estas intervenciones militares de agresión hegemónica.
Libia está a punto de ser presa de los designios de dominio global. No se trata de un gobierno ni de un personaje ni de la democracia o la libertad