Reacción ante el alto el fuego en Gaza
¿Quién ha ganado? Para responder a esta pregunta no hace falta partir de la cantidad de personas muertas. El hecho de matar a gran cantidad de civiles no es lo mismo que ganar la guerra, de lo contrario Alemania habría ganado a la URSS, Francia habría ganado a Argelia y los estadounidenses en Vietnam.
Para evaluar quién ha ganado hay que tener en cuenta la relación de fuerzas y los objetivos declarados de una guerra. Israel, acusando sin pruebas a Hamás de haber secuestrado y matado a tres adolescentes israelíes y lanzándose a una vasta operación represiva contra Hamás basándose en estas acusaciones, es claramente responsable del desencadenamiento de las hostilidades. ¿Cuáles eran sus objetivos? No está nada claro, pero sin duda estaban destinados a debilitar a Hamás. Desde este punto de vista el fracaso es total. Tanto Hamás como las demás organizaciones de la resistencia armada salen reforzadas por el simple hecho de haber sobrevivido al diluvio de fuego israelí. Los túneles destruidos se reconstruirán y acabarán, como ocurrió en el pasado, entrando en Gaza nuevos cohetes, a pesar de los “controles”.
Lo más importante es que el prestigio de Hamás, lo mismo que el de Hizbolá durante la guerra de Líbano en 2006, crece a ojos de la “calle árabe” tan despreciada por nuestros intelectuales y nuestros medios de comunicación, pero que tarde o temprano pesará en los gobiernos de los países árabes cuya pasividad y cobardía han contrastado extraordinariamente con el heroísmo de la resistencia.
Desde el punto de vista de esta resistencia el éxito es parcial aunque claro: se ha obligado a los israelíes a negociar con aquellos con los que “nunca” negociarían y admiten sobre el papel levantar parcialmente el bloqueo, lo cual es mejor que la situación que había antes de la guerra. Por supuesto, habrá que ver si lo que se ha firmado se hace realidad, pero el simple hecho de este reconocimiento es un retroceso para ellos y una inmensa victoria para los y las palestinas.
No hay que olvidar que quienes están en el origen de este resultado son ante todo la resistencia armada y los disparos de cohetes. No se lucha contra el ejército israelí con proclamas en Facebook, aunque las redes sociales hayan desempeñado un papel de contrainformación y de coordinación del movimiento mundial de solidaridad con Palestina, el cual puede que haya llevado a Estados Unidos a presionar discretamente a sus queridos “aliados”.
Pero, y también hay que subrayarlo, también es una derrota enorme para nuestros medios (a los que los medios alternativos han eludido y que están cada vez más desacreditados) y para aquellos de nuestros intelectuales que nos hablan sin cesar del proceso de paz (inexistente), de “diálogo” (inútil mientras no cambie la correlación de fuerzas), de la solución de dos Estados (que a todas luces no quieren los israelíes) y que sobresalen en el arte del terrorismo intelectual llamado “lucha contra el antisemitismo”.
Sin duda se me acusará de “apoyar a Hamás”. Yo respondería que eso es atribuirme un papel que no tengo los medios de ejercer: un simple individuo, sin armas y sin dinero, que lo único que hace es luchar contra el adoctrinamiento y la propaganda de guerra en su propia sociedad, no tiene en absoluto los medios de apoyar a una organización militar a miles de kilómetros de su casa.
Al igual que en su momento los vietnamitas o los argelinos, la resistencia palestina, en cambio, debilitando a nuestros belicistas y a nuestros imperialistas nos apoya. Este “nosotros” es la probable mayoría silenciosa de Occidente, que quiere respetar el derecho internacional y, por consiguiente, el derecho de no injerencia, aceptar la coexistencia pacífica entre sistemas sociales diferentes, cultivar su jardín y poder decir lo que piensa.
Jean Bricmont
Fuente: http://arretsurinfo.ch/reaction-au-cessez-le-feu-a-gaza/
Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189007
Jean Bricmont es profesor de física teórica y matemáticas en la Universidad de Lovaina, Bélgica. Es autor de Impérialisme humanitaire, (Aden, Bruselas, 2005) [Imperialismo humanitario, El Viejo Topo], Impostures Intellectuelles, (Odile Jacob, Paris, 1997, junto a Alan Sokal) [Imposturas intelectuales, Paidós 1999], À l’ombre des Lumières, con Régis Debray (2003). Su última obra es La République des censeurs, Editions de l’Herne, 2014